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LEÓN XIV: un papa con rostro de puente

May 8, 2025

8 de mayo de 2025. Día de sol en Roma. Día de esperanza para muchos. En la logia aparece un rostro sereno. Nada forzado. Sin pose. Con la calma de quien sabe que ha sido llamado, no porque lo buscara, sino porque le toca ahora sostener.

Robert Prevost. Agustino. Nacido en Chicago, pero con alma mestiza. Peruano por entrega. Por años de vida compartida con comunidades sencillas. Por días y noches en los que la fe se apoya más en el hombro del hermano que en la teoría bien dicha. Hombre de frontera. De oración. De decisiones discretas y firmes.

Ahora se llama León XIV.

Y ha dicho lo que más necesitábamos oír: paz, diálogo, unidad, encuentro, caridad. Palabras grandes. Pero no vacías. Palabras que ha vivido antes de pronunciarlas. Palabras que suenan a Evangelio compartido en las calles de Trujillo. A escucha en medio del ruido. A fe tejida entre muchos.

En su primera intervención ha recordado a san Agustín: “Obispo para vosotros, cristiano con vosotros.”
Qué importante esa frase. Solo cercanía y comunión. Fraternidad. Servicio.

Podemos esperar de él palabras que toquen el corazón, la conciencia y la mente. Porque habla desde dentro. Desde el que ha rezado mucho y juzga poco. Desde el que ha aprendido a vivir en clave de vínculo.

León XIV viene a tender puentes. Toma el relevo de Francisco con naturalidad. Sin romper. Sin repetir. Seguramente continúe, dando firmeza a lo iniciado. Poniendo raíces a lo que otros sembraron. Profundizando lo pastoral con mirada teológica. Dando cuerpo a una Iglesia que no se defiende, sino que se ofrece.

Y desde el carisma que dan dos palabras que resumen mucho de su sentir agustiniano: ciencia y caridad. Formación sólida, sí. Pero al servicio del cuidado. De la compasión. Del consuelo. Una Iglesia que piensa y actúa. Que reza y sirve. Que acompaña con cabeza, manos y corazón.

Eso es lo que se abre ahora. Un nuevo tiempo de madurez. De Iglesia compartida. De paso firme. Sin espectáculos. Sin miedo. Con confianza en el Dios que llama. Y en el pueblo que camina.

Hoy damos gracias. Por la historia de este hombre. Por su nombre. Por su mirada. Por la tarea que le toca.
Y también por la parte que nos toca a cada uno.

Gracias, Señor, por León XIV. Gracias por darnos el siervo que necesita tu Iglesia.

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