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Faus: la fe que desafía.

Mar 7, 2025

José Ignacio González Faus se ha ido. Y con él, una voz libre, incómoda y auténticamente lúcida. Creyente, jesuita, maestro.

Lo que deja es una fuente de palabras que fueron y son espejo y bisturí. Un manantial de reflexiones, imposibles de ignorar en la Iglesia actual.  Pudo haber sorteado los debates espinosos, pero nunca quiso escribir para agradar, sino para hacer pensar. Podría haber suavizado verdades con prudencias ambiguas. Pero siempre eligió afrontar, con claridad y serenidad, asuntos incómodos: la justicia, la pobreza, el poder, la coherencia. Su estilo afilado conjugó el análisis teológico riguroso y la cercanía sincera de una fe en Cristo que, precisamente por incómoda, se hizo profundamente creíble.

Vivió convencido de que el Evangelio trasciende la comodidad contemplativa. Que impulsa a descender a la verdadera realidad humana, embarrarse hasta el alma. Por eso insistió en que creer en Cristo implica arriesgarse, comprometerse y asumir responsabilidades desconcertantes. En Faus, la fe siempre adquirió la naturaleza inquieta de los mejores verbos. Los que exigen los movimientos más difíciles: amar, entregar, compartir, perdonar, levantarse, arriesgarse. Porque si la fe no empuja, si no desplaza, si no se encarna en el vértigo de la vida, ha dejado de ser fe para convertirse en costumbre, o incluso decoración.

En sus libros nos deja el desafío de aprender —y también reaprender— a mirar el mundo cada día con los ojos de quien encarna el gran misterio y la gran paradoja: Dios hecho carne, nervio y latido de vida. De construir una Iglesia que no solo se proclame pueblo de Dios, sino que lo sea y lo viva con autenticidad, sin miedo a alzar la voz ante la injusticia. Pero, sobre todo, nos deja la tarea urgente de que el Evangelio siga siendo la gran fuerza llamada a transformarlo todo. Sin maquillajes. También sin atajos.

Leer sus libros tiene mucho de homenaje a una vida tan gastada en las palabras. Pero, sobre todo, es un punto de partida para seguir una tarea que sigue pendiente. Aquí puedes encontrar sus principales obras.

Hoy despedimos a uno de los grandes teólogos del siglo XX y del XXI, al maestro que nos enseñó a soñar con una humanidad nueva.

Gracias, José Ignacio, por haber vivido plenamente al servicio de Dios y de los demás. Gracias por prestarnos tantas palabras convertidas en horizonte para seguir caminando.

Descansa en paz.

A.M.D.G.

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