Presentar a alguien tan profundamente vinculado a la comprensión del papa Francisco y su influencia en el mundo no es tarea sencilla. Hoy nos adentramos en el recorrido de quien ha seguido de cerca la trayectoria de uno de los líderes más influyentes de la Iglesia, no solo como biógrafo, sino como alguien que ha conectado profundamente con los temas clave de su pontificado. Escribir sobre Jorge Mario Bergoglio requiere una sintonía precisa con las preguntas esenciales de nuestra época.
En esta conversación con Austen Ivereigh, exploramos los desafíos, lecciones y motivaciones que han guiado su singular camino, desde sus primeras investigaciones hasta su último libro: Lo primero es pertenecer a Dios.
¿Cómo comenzó tu interés por la figura del papa Francisco?
Soy la prueba de que a veces los doctorados sirven. Hice el mío, en la Universidad de Oxford, hace muchos años, sobre la Iglesia en la Argentina, y pasé bastante tiempo allí. Se me pegó un acento porteño, aunque, hablando con españoles, se vuelve más castizo, porque el castellano que aprendí en el colegio, en la universidad, y en muchas estadías españolas, fue peninsular.
Dos décadas después del doctorado, trabajando ahora como periodista, estaba haciendo comentarios en vivo para un noticiero británico sobre el cónclave de marzo 2013 cuando salió un cierto argentino al balcón de la Basílica de San Pedro. Tuve la ventaja, por lo menos, de saber algo de él y la tela de fondo de su vida. Nació en ese momento una gran curiosidad de conocerlo y entenderlo mejor, y las pocas biografías disponibles en ese momento no hicieron más que provocar en mí más preguntas.
¿Cómo fue el proceso de investigación para escribir su biografía?
Fui a Buenos Aires y otros lugares de la vida de Jorge Mario Bergoglio para armar una biografía. Hablé con decenas de personas que lo conocían bien, y descubrí un gran tesoro de sus escritos de jesuita. Además del conocimiento de la Argentina, tuve una gran sintonía con la espiritualidad ignaciana: había hecho el mes entero de ejercicios siendo novicio jesuita por un tiempo breve en 1998-99.
Lo que descubrí en los escritos de Bergoglio jesuita fue un maestro del discernimiento, pero también un líder ingenioso, que aplicaba en su conducción de la provincia jesuita la sabiduría del discernimiento de los Ejercicios. Sentí al leerlos (y no son siempre fáciles) que había descubierto la clave de Francisco como papa.
Con el material recolectado a finales de 2013, armé El gran reformador, que salió en 2014 (2015 en España). En 2019 salió un libro sucesor, sobre el pontificado, que no se editó en España y que tuvo un nombre muy distinto: Wounded shepherd (Pastor herido).
Al año siguiente, durante el confinamiento por el COVID, colaboré con el papa en armar un libro pequeño con sus reflexiones sobre la crisis, Soñemos juntos, que tuvo mucha repercusión. Y ahora Lo primero es pertenecer a Dios, que es otro tipo de libro. Un retiro ignaciano con él, utilizando, además de las enseñanzas y homilías de su pontificado, sus escritos y ponencias de su época jesuita, la mayoría de ellos puntos que ofrecía como director de los ejercicios espirituales.
¿Cómo describirías tu trabajo en los últimos diez años?
Mi vida se ha convertido, en los últimos diez años, en un acompañamiento cada vez más cercano del papa, ayudando a explicar y hacer entender el pontificado como una invitación a la conversión, tanto a nosotros como a toda la Iglesia como pueblo de Dios. Además de los libros, escribo artículos de comentarios y análisis, y doy comentarios en la TV y en la radio, sobre todo para el mundo de habla inglesa. Doy charlas, y a veces retiros.
Desde su comienzo, estoy involucrado en el proceso sinodal como experto, es decir, ayudando a sintetizar los frutos del discernimiento de la Iglesia a todos los niveles. Ahora me estoy preparando para volver a Roma para la asamblea final del sínodo en octubre. Es un momento de profunda transformación para la Iglesia, aunque estamos solo a los inicios, y pocos hasta la fecha han entendido su alcance.
¿Cómo es tu vida personal fuera de tu trabajo sobre el papa?
Tengo la gran suerte de pertenecer a una maravillosa comunidad académica, el Campion Hall de la Universidad de Oxford, dirigido por los jesuitas, donde soy Fellow (una especie de profesor adjunto) de Historia Contemporánea de la Iglesia. Pero no vivo en Oxford, sino en una pequeña granja de seis hectáreas en el oeste de Inglaterra, cerca de la frontera con Gales.
Tengo la gran suerte de pertenecer a una maravillosa comunidad académica, el Campion Hall de la Universidad de Oxford, dirigido por los jesuitas, donde soy Fellow (una especie de profesor adjunto) de Historia Contemporánea de la Iglesia. Pero no vivo en Oxford, sino en una pequeña granja de seis hectáreas en el oeste de Inglaterra, cerca de la frontera con Gales. Con mi esposa y los perros nos mudamos ahí en 2019 para tener una relación más cercana y recíproca con la naturaleza, respondiendo a una invitación de Laudato Si’ que he sentido crecer en mí. Es una pasión que se notará mucho en Lo primero es pertenecer a Dios. Estamos regenerando la tierra, plantando árboles y setos, cultivando vegetales, creando biodiversidad y abundancia.
Tenemos ovejas, gallinas, y tres burros: Fe, Esperanza y Caridad. La granja es muy exigente, y no es fácil cuidar de ella además de mis tareas profesionales, pero la tensión es fructífera.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Escribo una columna regular para la revista semanal católica The Tablet sobre esta vida, y lo que he aprendido. Me interesa mucho la idea de combinar la ecología integral de Laudato Si’ con la agricultura regenerativa. Estoy involucrado en un proyecto de Campion Hall en el que participan varios teólogos de varias universidades para avanzar esta idea de la agro-ecología integral.
¿En qué se diferencia el enfoque del retiro original y el libro?
El enfoque del retiro, y por tanto del libro, es ahora más amplio que el original de 2020. No solo se centra en la crisis desenmascarada por el COVID, sino en las múltiples crisis de nuestro cambio de época, a las cuales el pontificado de Francisco responde con la gracia divina. Hoy veo con más claridad la relevancia de este enfoque.
El libro se resume en la noción de pertenencia. Vivimos una crisis de no pertenencia: los lazos que nos unen con Dios, con la creación y con otras criaturas se han debilitado, en parte por las transformaciones tecnológicas y culturales de nuestra época, y en parte por nuestros pecados de egoísmo, desconfianza, rivalidad y deseo de dominio.
La misión del pontificado es ayudarnos a regenerar esos lazos deshilachados, comprendiendo que lo primero es pertenecer a Dios. Esta frase, extraída del documento Gaudete et Exsultate (2018), nos recuerda que el gran reto es entender, asimilar y vivir la verdad de que somos seres creados y amados por nuestro Creador.
El amor y la vida son dones incondicionales, no algo que ganemos o merezcamos. Al comprender esta verdad, el trato que damos a la creación y a nuestros semejantes —tanto humanos como no humanos— reflejará cada vez más el modo en que Dios nos trata. Solo así entraremos en una economía de reciprocidad y colaboración, y en un mundo de justicia y paz. Solo así nos salvamos.
¿Cómo es tu relación con el papa Francisco?
A veces me describen como un amigo de Francisco, pero no me parece del todo adecuado. Decirlo así corre el riesgo de trivializar la relación y hacerla parecer demasiado familiar. Me considero más un discípulo y colaborador suyo. De hecho, siempre me pongo muy nervioso antes de nuestros encuentros. Francisco no puede separarse de su ministerio papal: la autoridad que ejerce es un don divino, algo imponente y formidable. Pero, a pesar de esa autoridad, su humanidad siempre está presente. Su trato conmigo es de gran cariño y afecto.
¿Cómo es Francisco en su trato personal contigo?
El Papa conmigo es, como con tantos otros, abrumador en su generosidad. Siempre está dispuesto a alentar y ayudar. Cuando estamos juntos, nos reímos mucho. A veces le gusta usar lunfardo conmigo y me enseña palabras que no conocía. Así que nuestra relación es muy especial, llena de confianza y ternura, pero nunca olvido quién es.
¿Qué sensaciones te deja cada encuentro con él?
Siempre salgo de nuestros encuentros en un estado de paz y de alegría. Es una sensación que muchas personas describen al estar con él, similar a lo que sucedía cuando se contemplaba a Jesús: una especie de serenidad y alegría profundas.
¿Qué has aprendido de Francisco?
Sobre todo, he aprendido la importancia de la auto-trascendencia, lo que él llama salir de sí mismo. Este es un tema fundamental en Lo primero es pertenecer a Dios. Soy más cuando me abro a la gracia; soy mucho menos cuando dependo solo de mí.
¿Qué te ha enseñado Francisco sobre Dios?
He aprendido el significado concreto, en el día a día, de que Dios es un Dios de la consolación, y que a través de la consolación Él se hace conocer. Francisco me ha mostrado que el Mundo, en el sentido del kosmos o mundanidad — esa pretensión de vivir sin Dios, el mito de la autosuficiencia — es el camino hacia muchos de los infiernos que sufrimos, tanto a nivel individual como colectivo. Francisco dice que la vida es una lucha para vencer la tentación de encerrarnos en nosotros mismos. Cuando le damos cabida al Señor, que nos salva de la autosuficiencia, nos convertimos en canales de la vida y el amor del Padre.
Finalmente, he entendido lo que significa vivir en un mundo creado por un Creador que nos ama. Esto implica que no hay crisis de la que no podamos salir mejor. Dios nunca nos abandona. Siempre hay una gracia disponible, y al abrirnos a esa gracia, seremos transformados. Es una lección que sigo aprendiendo cada día.