• Precio rebajado

Experimentar a Dios

La Transparencia de Todas las Cosas

Para encontrarnos con el Dios vivo y verdadero a quien poder entregar el corazón necesitamos negar a aquel Dios construido por el imaginario religioso y atrapado en las redes de la doctrina. Después de habernos sumergido en Dios y haber sentido cómo nace de dentro mismo de nuestro corazón, podremos libremente reasumir las imágenes y las doctrinas, las cuales, una vez desprendidas de su pretensión de definir a Dios, se transfiguran en metáforas con las que nos acercamos al Misterio para no resultar abrasados por éste.
     Experimentar a Dios no es pensar sobre Dios, sino sentir a Dios con todo nuestro ser. Experimentar a Dios no es tampoco hablar de Dios a los demás, sino hablar a Dios junto con los demás.
     Aun sin un nombre adecuado, Dios arde en nuestro corazón e ilumina nuestra vida. Entonces no necesitamos ya creer en Dios. Simplemente, sabemos de su existencia porque lo experimentamos.

9,98 €
10,50 €
-5%
Impuestos incluidos
9,98 €
10,50 €
-5%
Cantidad
Cantidad

Gastos de envío (Estados Unidos)

DHL (Internacional): 30,00 €

Con seguimiento de pedido.

Pagos 100% seguros

Ficha técnica

  • Año de publicación 2011
  • Editorial SalTerrae
  • Edición 2
  • Número 39 ST Breve
  • Páginas 160 Págs.
  • ISBN 978-84-293-1522-6
  • Encuadernación Rústica fresado
  • Idioma Español

Para encontrarnos con el Dios vivo y verdadero a quien poder entregar el corazón necesitamos negar a aquel Dios construido por el imaginario religioso y atrapado en las redes de la doctrina. Después de habernos sumergido en Dios y haber sentido cómo nace de dentro mismo de nuestro corazón, podremos libremente reasumir las imágenes y las doctrinas, las cuales, una vez desprendidas de su pretensión de definir a Dios, se transfiguran en metáforas con las que nos acercamos al Misterio para no resultar abrasados por éste.
     Experimentar a Dios no es pensar sobre Dios, sino sentir a Dios con todo nuestro ser. Experimentar a Dios no es tampoco hablar de Dios a los demás, sino hablar a Dios junto con los demás.
     Aun sin un nombre adecuado, Dios arde en nuestro corazón e ilumina nuestra vida. Entonces no necesitamos ya creer en Dios. Simplemente, sabemos de su existencia porque lo experimentamos.