Con infinita ternura. La oración y la vida de una leprosa

Verónica tenía tres años cuando sintió los primeros síntomas de la lepra. A partir de entonces fue perdiéndolo todo: su belleza, sus manos, sus pies, sus ojos...

Pero, en medio de todo este tremendo despojo, alcanzó lo esencial: el Amor.

Fue precisamente por amor a Cristo como logró aceptar la terrible prueba y transformarla en don gratuito, en abandono total.

Este cambio, esta total conversión de corazón, supo Verónica traducirlos en la impresionante oración que sirve de pórtico a este testimonio, oración cristiana por excelencia, oración de toda una vida.

Una vida que nos relatan, sin florituras, los amigos de Verónica.

En ella podemos ver, a un mismo tiempo, el sufrimiento y la esperanza, una férrea voluntad y una infinita ternura, la ofrenda y la acción de gracias, la palabra y el silencio, el amor al hombre y el amor a Dios.

La oración y la vida son aquí una sola cosa, sin distinción sin separación, sin ruptura... La oración de Verónica es su vida y su vida es su oración. Y de este modo su corazón desborda de paz y de alegría.

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Ficha técnica

  • Editorial SalTerrae
  • Número 6 ST Breve
  • ISBN 978-84-293-0652-1
  • Encuadernación Rústica

Verónica tenía tres años cuando sintió los primeros síntomas de la lepra. A partir de entonces fue perdiéndolo todo: su belleza, sus manos, sus pies, sus ojos...

Pero, en medio de todo este tremendo despojo, alcanzó lo esencial: el Amor.

Fue precisamente por amor a Cristo como logró aceptar la terrible prueba y transformarla en don gratuito, en abandono total.

Este cambio, esta total conversión de corazón, supo Verónica traducirlos en la impresionante oración que sirve de pórtico a este testimonio, oración cristiana por excelencia, oración de toda una vida.

Una vida que nos relatan, sin florituras, los amigos de Verónica.

En ella podemos ver, a un mismo tiempo, el sufrimiento y la esperanza, una férrea voluntad y una infinita ternura, la ofrenda y la acción de gracias, la palabra y el silencio, el amor al hombre y el amor a Dios.

La oración y la vida son aquí una sola cosa, sin distinción sin separación, sin ruptura... La oración de Verónica es su vida y su vida es su oración. Y de este modo su corazón desborda de paz y de alegría.