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Llamados a la libertad.  Desafío a la formación cristiana

Llamados a la libertad

Lo que está en juego en toda formación cristiana

Llegar a ser libre: he ahí el desafío para toda vida humana y para toda experiencia cristiana. Llamar a la libertad: he ahí el objetivo de toda educación. Objetivo cuyo logro no está garantizado. ¿Aceptaremos pagar el precio que exige el acceso a la libertad? ¿Cuándo y de qué manera? ¿Y cual es el papel de la autoridad en tan costosa andadura? La formación crisitana ha de asumir ese desafío y ese objetivo: y ha de hacerlo con el convencimiento de que tan difícil logro es posible, porque todos los hombres (y los cristianos de un modo explícito) hemos sido llamados a la libertad. Llamados por Aquel que es la Fuente de la Vida: impulsados por la Fuerza del Espíritu que ha irrumpido en la existencia humana y eclesial. En el camino nos acompaña Cristo, el hombre libre que liberó a la libertad misma para que fuera capaz de llevar al hombre tan lejos y tan alto como está llamado a llegar. Para ello es preciso pasar, de la ley de la "carne", a la del Espíritu, donde toda esclavitud de muerte se troca en aquella original "esclavitud" que vive en el amor y que en el amor produce vida.

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Ficha técnica

  • Año de publicación 1997
  • Editorial SalTerrae
  • Edición 1
  • Número 16 ST Breve
  • Páginas 88 Págs.
  • ISBN 978-84-293-0739-9
  • Encuadernación Rústica

Llegar a ser libre: he ahí el desafío para toda vida humana y para toda experiencia cristiana. Llamar a la libertad: he ahí el objetivo de toda educación. Objetivo cuyo logro no está garantizado. ¿Aceptaremos pagar el precio que exige el acceso a la libertad? ¿Cuándo y de qué manera? ¿Y cual es el papel de la autoridad en tan costosa andadura? La formación crisitana ha de asumir ese desafío y ese objetivo: y ha de hacerlo con el convencimiento de que tan difícil logro es posible, porque todos los hombres (y los cristianos de un modo explícito) hemos sido llamados a la libertad. Llamados por Aquel que es la Fuente de la Vida: impulsados por la Fuerza del Espíritu que ha irrumpido en la existencia humana y eclesial. En el camino nos acompaña Cristo, el hombre libre que liberó a la libertad misma para que fuera capaz de llevar al hombre tan lejos y tan alto como está llamado a llegar. Para ello es preciso pasar, de la ley de la "carne", a la del Espíritu, donde toda esclavitud de muerte se troca en aquella original "esclavitud" que vive en el amor y que en el amor produce vida.