El obispo de Roma. Estudio sobre el papado

El obispo de Roma. Estudio sobre el papado

Según los informes que dan a la luz las diversas comisiones creadas aquí y allá para el diálogo ecuménico, existe un indudable deseo de retablecer la comunión con Roma. Pero siempre hace su aparación un espinoso problema: ¿cuál es la función que la gran Tradición reconoce como propia del papado?

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Ficha técnica

En su tiempo, el Vaticano I y el Vaticano II formularon sendas "definiciones" de la función del obispo de Roma, pero sin tener en cuenta los deseos de las restantes iglesias, algunas de las cuales se han mantenido dentro de la Tradición apostólica. ¿No habría que "releer" tales "definiciones" en función de la nueva situación creada por la voluntad ecuménica de la comunión universal?

La tradición católica occidental, sobre todo a partir de Gregorio VII, ha evolucionado en un sentido maximalizante, haciendo del papa "algo más que un papa".

Pero la gran Tradición relaciona esencialmente la función de éste con el testimonio martirial de Pedro y de Pablo. El obispo de Roma es aquel cuya misión consiste en mantener viva en el corazón mismo de la comunión de las iglesias la fidelidad a la fe tal como fue confesada por Pedro y Pablo: una fe que fue sellada con el martirio en la iglesia local de la ciudad de Roma. algo que se mueve, por tanto, en un plano muy distinto del "juridicismo". El obispo de la iglesia de Roma es el centinela encargado de velar por la fe, pero sin menoscabar en lo más mínimo la responsabilidad de los demás obispos, auténticos "edificadores de la Iglsia de Dios", a cuyo servicio debe hallarse por entero.