

"Increencia" significa una baja generalizada del "tono de la fe" en una sociedad que se pensaba mayoritariamente creyente. ¿Cuáles son las raíces culturales de este fenómeno, que ha entrado en nuestro país con retraso, pero con ritmo acelerado?
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Ficha técnica
Tres son las causas principales:
La Mentalidad empirista, que, potenciada por el prestigio social de las ciencias positivas, erosiona la fe, porque Dios no es verificable sensorialmente.
La sensibilidad humanista, que, con vaivenes, ha pasado, de un humanismo ateo, entusiasta y prometeico -para el que la fe en Dios era contraria a la grandeza humana- a, un antihumanismo que proclama la "muerte del hombre", reduciendo a éste a su escueta talla zoológica, con lo que se zapa el terreno mismo de la fe.
Y una tercera manera de increencia, hoy en aumento, es la indiferencia, que es quizá más grave, porque en ella ni siguiera como problema aparece Dios en el horizonte, y que está relacionada con la mentalidad pragmatista, obsesionada por el bienestar y dominada por la razón instrumental, para la cual Dios no es rentable.
Ante este triple envite, la fe cristiana no puede ser aproblemática ni truinfalista, sino que, arraigada en la experiencia religiosa del creyente, debe ser vivida con talante humanista y bajo el signo de la gratuidad.