La búsqueda del rostro de Dios, cuando se tiene la vivencia de que no es posible hacerse imagen alguna de él en madera mundana, resulta a veces difícil, tanto para el creyente como para el no creyente. Sin embargo, para recrear en nosotros ese rostro no tenemos otro punto de partida que el mundo en que vivimos y la interpretación que del mismo, con sus diferentes modelos heurísticos, nos da la ciencia.
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Ficha técnica
Bajo el paradigma del orden, se construyó un universo -cosmos- que exigía -desde el Dios cosmológico aristotélico, pasando por el Dios relojero, hasta el Dios-mente del universo de la llamada físico-telogía- una imagen de Dios como Principio de Necesidad. La revolución biológica a que estamos asistiendo, junto con el cambio de paradigma de comprensión de un universo concebido como orden a un universo concebido como caos de donde emergen el orden y la vida, nos aboca a una nueva imagen de Dios como Principio de Emergencia, o Libertad Absoluta. Quizá esta imagen esté más cercana a la imagen del Dios vivo de la tradición judeo-cristiana. Este nuevo esfuerzo, aunque preñado de atisbos positivos, está tocado también de la relatividad y fragilidad del "no es" que matiza cualquiera de nuestras afirmaciones cuando nos referimos a Dios.
La búsqueda del rostro de Dios, cuando se tiene la vivencia de que no es posible hacerse imagen alguna de él en madera mundana, resulta a veces difícil, tanto para el creyente como para el no creyente. Sin embargo, para recrear en nosotros ese rostro no tenemos otro punto de partida que el mundo en que vivimos y la interpretación que del mismo, con sus diferentes modelos heurísticos, nos da la ciencia.
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