Derechos humanos, deberes míos. Pensamiento débil, caridad fuerte

Derechos humanos, deberes míos

Pensamiento débil, caridad fuerte

En la actual situación del planeta, parece cada vez más claro que los cristianos tenemos una especial obligación de defender los derechos humanos, no porque fuera de nosotros, nadie va a poder hacerlo; no porque fuera de nosotros no haya seres humanos que nos dan ciento y raya éticamente hablando, ni porque los hombres de hoy seamos peores que nuestros mayores, sino porque, como denuncia el evangelio de Juan, los seres humanos somos siempre «hijos y victimas» de un mundo, de una cultura.

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Ficha técnica

  • Año de publicación 1997
  • Editorial SalTerrae
  • Edición 0
  • Número 1
  • Páginas 0 Págs.
  • ISBN 978-84-293-1218-8
  • Formato 16x23
  • Encuadernación Grapado

Esta cultura hoy dominante, que solemos llamar «postmoderna» y que de la Modernidad sólo ha conservado la tecnología, es una cultura cada vez más al margen de los derechos humanos. Razones ideológicas, socioeconómicas y políticas parecen ir quitando espacio a los derechos humanos en el mundo de hoy, donde la cultura se ha convertido en «ancilla economiae», y no tiene ningún sentido pretender dialogar con ella si no se pasa a través de la situación social que (más que generar) condiciona y comercializa la cultura.