Necesita dibujar tanto como Pepita necesita volar. Y enfermaría como ella si no le dejasen hacer piruetas con sus colores. Por suerte, su familia siempre le ha apoyado, incluso cuando de pequeño pintó un paisaje en el pasillo de casa con betún para zapatos.

Años más tarde cursó estudios de ilustración en la madrileña Escuela Arte 10, y desde entonces su labor profesional se ha centrado en el ámbito infantil y juvenil. Aunque ya no pinta las paredes, sigue siendo un poco niño, y a veces aún siente que despega de su silla cuando ilustra libros tan divertidos como este.